Pedro Salinas Serrano
(Madrid, 27 de noviembre de 1891 – Boston, 4 de diciembre de 1951) fue un escritor español conocido sobre todo por su poesía y ensayos. Se le adscribe a la Generación del 27, en la que destacó como poeta del amor.
CURRICULO VITAE
1914- 1917 Lector de español, doctorado en Letras, tradujo al castellano los tres volumenes de "À la recherche du temps perdu" de Marcel Proust. Universidad de La Sorbona. París.
1918-1926 Profesor catedrático de Lengua y Literatura españolas. Universidades de Sevilla ( tuvo como alumno a Luis Cernuda), Cambridge y Murcia.
Años 20. Colaboró con la "Revista de Occidente". Fue investigador del Centro de Estudios Históricos, en la sección de literatura moderna. Profesor de la Escuela Central de Idiomas y secretario general de la Universidad Internacional de Verano de Santander
1932- 1936 Dirigió la revista Índice Literario.
1936- 1951 Profesor en distintas universidades de EEUU.
CONOCIDO POR
Poeta del amor.
VIDA PERSONAL- BIBLIOGRAFÍA
Hijo de un comerciante en géneros.
Se casó en 1915 con Margarita Bonmatí Botella. Salinas le escribió cada día una carta de amor y ese epistolario fue recogido en Cartas de amor a Margarita (1912–1915)
Tuvo dos hijos: Soledad y Jaime Salinas.
OBRAS
1925 Publicó una versión modernizada del Cantar de Mio Cid.
1932 fundó la revista Índice Literario para dar cuenta de las novedades literarias hispánicas. También escribió en Los Cuatro Vientos.
Trilogía poética La voz a ti debida, Razón de amor yLargo lamento;
Epistolario.
Epistolario con Jorge Guillén.
UNO DE SUS POEMAS:
Perdóname por ir así buscándote
Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eras.
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